El futuro llegó hace rato (la secundaria porteña entre pasantías y tomas de colegios)

El testimonio

Me muestran una foto en Instagram: es un adolescente tirado en un colchón sin sábanas, boca abajo. El colchón está sobre un piso de pinotea característico de las aulas de las escuelas palacio que la Generación del 80 construyó pensando, como solía hacer, en grande. El pibe está en cueros, y tiene un pijama largo con motivos de Bob Esponja.

Duerme el sueño de los héroes. Duerme en medio de la toma de su escuela.

El emergente histórico (las tomas)

En las últimas semanas se produjeron, en la Ciudad de Buenos Aires, nada menos de 27 tomas de colegios secundarios, en rechazo a la que el PRO dio en llamar “Secundaria del Futuro”. En principio, circuló una presentación de Power Point –que luego los funcionarios señalaron como un “documento de trabajo” en curso que no debía trascender ¿el ámbito ministerial? En él se planteaban una serie de modificaciones de pequeño, mediano y gran impacto a la estructura actual del nivel medio. Algunas de ellas fuertemente polémicas, ya que implican una postura clara –e inconsulta– acerca del sentido que debe tener el nivel medio. Concretamente, se hacía referencia a una licuación de lo que hoy en día es 5º año, para transformarlo en un “Año integrador y Formativo Más Allá de la Escuela”. En la diapositiva 11 (de 20, que era el total que presentaba el proyecto entero) se puede leer: “El 50% del tiempo escolar destinado a la aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones según talentos e intereses de cada alumno y 50% del tiempo escolar destinado al desarrollo de habilidades y proyectos relacionados con el emprendedurismo.”. A renglón seguido, “Formación pre-universitaria: acreditación de las 2 materias generales del CBC”.

El planteo, en primer lugar, alude al sentido de fondo del nivel medio al pensarlo únicamente como entrenador de mano de obra, lo que ya fue anunciado y militado por la gestión de la Alianza Cambiemos en varias oportunidades (por ejemplo, cuando Esteban Bullrich se presentó como “Gerente de Recursos Humanos” durante su gestión, o cuando impulsaba “En educación, mejor capital humano” desde una columna en el diario Clarín, haciendo referencia a la teoría modernizante de la década de 1960 que sostenía que los sistemas educativos deben responder a los intereses del mercado). Esto es un recorte de lo que está establecido en la Ley de Educación Nacional (artículo 3), que sostiene que los objetivos de la educación son “construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico-social de la Nación.” A su vez, en su artículo 29 señala que «La educación secundaria en todas sus modalidades y orientaciones tiene la finalidad de habilitar a los/las adolescentes y jóvenes para el ejercicio pleno de la ciudadanía, para el trabajo y para la continuación de estudios.”  De manera que lo planteado en el primer Power Point al respecto es un recorte muy específico de los fines que tienen los sistemas educativos nacionales para cualquier sociedad, y específicamente para la argentina.

El otro problema de esa licuación del 5º año era la provisión de mano de obra precarizada para las “empresas y organizaciones”. ¿Acaso se buscaba brindar fuerza de trabajo sin marcos laborales a las empresas locales, tal como plantean tantos gerentes argentinos –y en todo el mundo–? ¿Se estaba sacrificando un año formativo para empujar a los alumnos al destino unívoco de ser negreados en una empresa? También propone otro 50% destinado al emprendedurismo, un significante vacío muy utilizado por la Alianza Cambiemos para relacionarlo con la educación. Ante la nada de sentido que rodea a esta palabra, lo que subyace bajo ella es la idea de que el éxito económico individual está ligado a una “buena idea” y al “esfuerzo individual”, como si los argentinos no estuviéramos acostumbrados a los cimbronazos de este capitalismo periférico y sus ciclos de endeudamiento y crisis. La falacia de la meritocracia, en este caso, sería un adoctrinamiento del 50% del tiempo escolar.

Finalmente, la aprobación de las dos materias generales del Ciclo Básico Común en la Universidad de Buenos Aires. Pero ¿Y si el alumno no tuviera ganas de seguir una carrera en la UBA? ¿Si quiera ser maestra, dedicarse a la música, al deporte? ¿Qué significa atar la única parte académica de 5º año a una universidad específica cuando la oferta educativa de nivel superior –formal y no formal– es muy amplia? Pareciera que el liberalismo del PRO, como tantas otras veces, soñó húmedamente con una especie de totalitarismo que le dé un destino único e inexorable a los adolescentes. Friedman meets Stalin.

Pero además, se añade la pregunta: ¿Qué sería de los docentes actualmente afectados a la cursada en 5º año? ¿Quedarían en disponibilidad, como sucede cuando se cierra un curso, se crearía alguna herramienta para que mantenga sus derechos laborales? ¿Serán despedidos, refuncionalizados?

Ni una sola respuesta a todas estas preguntas, que emergen de un documento que se parece más a un ejercicio del primer cuatrimestre de la Carrera de Ciencias de la Educación que a lineamientos político-pedagógicos emanados, supuestamente, de los cuadros técnicos del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires (en el caso de que estos existieran, lo cual no parece demasiado plausible).

La respuesta fue una preocupación que no pasó del murmullo de pasillo y de algunos delegados apurados por hacer firmar petitorios, entre los docentes. Pero los alumnos, sus dirigencias estudiantiles, y sus intrincadas formas de tender redes y convencerse más o menos, tomaron en sus manos un cúmulo confuso de preocupaciones. Entre ellas picaba en punta la pretensión del PRO de convertir sus cuerpos en esclavos de la máquina. Pero ya no como Oliver Twist hilando cuerdas en las fábricas inglesas, sino como vaya a saber qué tipo de recurso humano precarizado en la Argentina del siglo XXI. Como regla general, los adolescentes no son muy afectos a que el mundo adulto les diga lo que tienen que hacer. Y menos si son volutas de humo que huelen a precarización laboral. Y menos aún si eso responde a un paradigma al que el PRO suscribe: este gobierno vino a desarmar la estructura legal laboral. Pero esto será tratado más adelante.

20 y pico de colegios tomados. Se pueden hacer varias consideraciones sobre los impactos pedagógicos, de agenda escolar, edilicios y demás etcéteras. No serán hechos en este artículo, por este autor, en esta coyuntura, ya que lo concreto es que esas tomas han logrado que el PRO revisara su documento mamarrachesco y abriera tímidamente canales de diálogo.

La coyuntura (euforia electoral)

Ante el diagnóstico –unánime– de que la escuela secundaria tradicional presenta rasgos de obsolescencia, Cambiemos realizó su campaña electoral prometiendo los humos de una “Revolución Educativa” que no sólo no fue televisada, sino que jamás tuvo lugar. Luego de casi 10 años de gestión en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las escuelas están igual o peor, pero con cada vez mayores dramas sociales que atender, y sin el más mínimo interés de parte de la gestión PRO por atender a esos emergentes con recursos desde el Poder Ejecutivo. Al contrario: prometen “gente del Ministerio que nos va a venir a dar una mano con los problemas más fuertes que tenemos” y mandan a alguien que sólo pide más planillas Excel que llenar. En vez de alivianar nuestro trabajo para que nos dediquemos –como corresponde– a educar, el PRO sobreburocratiza la tarea docente, precariza –todavía más– el sistema de puntaje a través del cual accedemos a cargos, imponiendo fechas de vencimiento, lo que no puede no constituir una política pública activa de agresión a la escuela pública. Los sindicatos mayoritarios, mientras tanto, por pérdida de legitimidad o las razones que fuere, callan o erran la estrategia.

En el contexto de una victoria electoral en 2015 que pareció ser interpretada alla 54% de 2011, la Alianza Cambiemos se siente con un cheque en blanco en la mano y avanzó fuertemente en la redistribución regresiva del ingreso. Pero también ejecutó y ejecuta agresiones directas a consensos básicos en torno a los Derechos Humanos y hasta la habilitación de la persecución de docentes por parte de directivos y familias, como viene sucediendo con el caso Maldonado.

Pues bien, en plena euforia fue lanzado el Power Point que le generó el mayor dolor de cabeza educativo a Horacio Rodríguez Larreta. La feroz contundencia con la que reaccionó buena parte del estudiantado porteño dejó en claro una cuestión: no se pueden hacer reformas inconsultas (como en Chaco o Santa Fe, o incluso cuando fue sancionada la Ley de Educación Nacional, este tipo de medidas conllevan consultas a todos los actores, que duran más de un año), y menos aún que involucren las decisiones personalísimas sobre el futuro de los estudiantes, y menos todavía con nula calidad técnica, sin criterios ni fundamentos. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se compró, por propia ineptitud, un conflicto político de proporciones.

La prueba de esto está en el cambio de estrategia: esta semana trascendieron nueve documentos más: entre ellos, un “Documento de trabajo” con los lineamientos generales de la propuesta. Allí casi no queda rastro del primer Power Point, apenas se mantienen algunos criterios sobre la evaluación –con criterios y metodologías que le dan a esa instancia mayor rigurosidad–. El resto está alineado con los marcos elaborados a nivel nacional durante el kirchnerismo. Y este fenómeno es realmente interesante: en sus discursos mediáticos, la Alianza Cambiemos se dedica a hacer una bajada que luego no sostiene en los documentos técnicos y normativos. Esta esquizofrenia de la política educativa puede tener que ver con la permanente necesidad de, como señalan Marcela Martínez y Gabriel Brener, marketinear una política pública con aires renovadores. Pero, en rigor, son pocos cambios que parecen plantearse en esta tanda de documentos.

Concretamente: de aquel 50% del tiempo en pasantías y 50% de “emprendedurismo” sólo quedan algunos criterios macro acerca de un régimen en el campo profesional, organizado, planificado y evaluado por cada escuela, que debe estar enmarcado con lineamientos curriculares y pedagógicos. Y, lo que es también interesante: en ningún momento aparece la palabra “empresas”. Tampoco explicita la obligatoriedad de estos trayectos, aunque la sugiere.

Pero el punto en cuestión es que el marco para este tipo de trayectorias ya existe: hay un programa del Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dedicado al desarrollo de pasantías en diferentes ámbitos para alumnos mayores de 16 años, con los mismos marcos que se plantean en este “novedoso” Documento de trabajo que se presenta como “Contrapropuesta”. Presentan, como fruto del diálogo y el consenso –después de 27 colegios tomados– algo que ya existe, y lineamientos político-pedagógicos elaborados durante la gestión nacional kirchnerista. Por eso el título de esta nota.

La mano -o el cerebro- invisible, aquí, es la de la gestión PRO: según estos documentos ahora no cambia nada. Pero ¿realmente es así?

El largo plazo (el mundo posfordista)

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Fritz Lang, «Metropolis» (1927)

Para comprender muchas de las políticas de la Alianza Cambiemos –como este ¿fallido? intento– es pertinente una lectura muy macro de algunas tendencias que se observan en todo el mundo.

Los derechos laborales de los que gozamos –vacaciones pagas, aguinaldo, jubilación, seguro médico, etc.– fueron implementados en Argentina durante el peronismo, en la década de 1940. En sintonía con todo el mundo, ese esquema apuntaba a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores –clase en franca expansión en Occidente y Europa, a raíz de los modelos industriales– para evitar que la barbarie natural del capitalismo terminara por convertirlos en comunistas que aniquilaran la propiedad privada de los medios de producción. Así, el Estado de Bienestar cedió a los trabajadores derechos que a esta altura hemos naturalizado –aunque buena parte del mercado laboral argentino sea en negro–, con una finalidad geopolítica concreta: evitar el socialismo. En un mundo de energías no renovables a bajo costo esto fue posible. Sin embargo, en la década de 1970 la crisis del petróleo obligó a reformular estos esquemas, y la caída del Muro de Berlín pareció dar una legitimidad histórica al libre mercado. El resto es historia reciente: recetas neoliberales de ajuste y desarme del Estado de Bienestar.

Al empresariado local e internacional el esquema laboral “rígido” del modelo industrialista ya no le cierra: pagar beneficios sociales, hacer aportes jubilatorios, indemnizar despidos, licenciar embarazadas. Es por eso que en Francia y en Brasil ya se están ejecutando reformas laborales brutales, y en Argentina se prepara algo similar. ¿Es acaso el rol histórico del macrismo desarmar la arquitectura del derecho laboral argentino? ¿Tiene sentido fugar hacia delante, históricamente hablando, mediante un retroceso en términos de bienestar? El tiempo, y las luchas, dirán.

Es altamente probable que la euforia cambiemita, y las presiones de empresarios –como Marcos Galperín, CEO de la empresa más rentable de Argentina, multimillonario– que solicitan ejecutar la misma reforma laboral que en Brasil para recibir inversiones impulsen lobbies en esa dirección. Las pasantías de adolescentes inconscientes de sus derechos podrían entrar tranquilamente en estos marcos. Pero también entran los nuevos programas educativos, que requieren de personal no bajo relación de dependencia sino por medio de contratos precarios. Esto no es una novedad del macrismo sino que, precisamente, fue una de las condiciones de posibilidad para que la Alianza Cambiemos se desihiciera de la “grasa militante”: las opacas condiciones de contratación de la burocracia kirchnerista.

Sedimentos

Quedan para pensar: ¿En qué momento el actor políticamente más dinámico del sistema educativo pasó a ser del sindicalismo docente a alumnos politizados? ¿Tiene que ver con una burocracia sindical entrenada en la negociación por migajas o con una crisis de legitimidad del sindicalismo en general? ¿Tiene esto que ver con ese posfordismo al que se hacía referencia antes, con los nuevos esquemas productivo-comerciales del capitalismo global? ¿Cómo retomar la iniciativa, desde el gremio docente, cuando el oficialismo obtuvo un 50% de los votos en las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires (estadísticamente, uno de dos docentes lo votó)? Más aún, en el marco de los debates por el caso Santiago Maldonado, el gobierno logró despertar los ánimos más macartistas entre propios colegas, que luego son quienes objetan la Secundaria del Futuro pero también al sindicalismo.

Todo parece ser un caos de confusión política, indudablemente redituable, a la larga, para el gobierno.

Sólo quedan esos pibes que duermen en cuero en las aulas a las 12 del mediodía y que, entre concursos de twerking y batallas de freestyle, se embanderan en la defensa de la educación pública.

Se embanderan, desde sus adolescencias caóticas, en defensa de su futuro.


6 respuestas a “El futuro llegó hace rato (la secundaria porteña entre pasantías y tomas de colegios)

  1. Hola! Comparto en parte tu análisis, pero estimo necesario remarcar que todas las “propuestas de profundizar la NES” son habilitadas por el marco legal existente (y creado) por los anteriores gobiernos. En ese sentido, es necesario hacer un (re)balance de las políticas educativas anteriores y el rol de los sindicatos (y docentes) mayoritarios. Pienso que todo aquello que no logró la Ley Federal de Educación, lo está logrando la Ley Nacional de Educación…
    Dejo una ponencia para profundizar, http://intento-autobiografico.blogspot.com.ar/2016/10/cambios-y-continuidades-en-la-nueva.html?m=1

    Saludos!

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  2. Es cierto..el caos parece jugar en favor de…Lo cierto también es que ése caos es tanto funcional como premeditado, cada sector espantado de la «entropía negativa» es complice del «no construir»…A ver si iniciamos un «mayo argento» con algún Dani the red secundario..qué barbaridad..no???!!

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  3. El autor de la nota “olvida” que a principio de año, las masivas manifestaciones de los docentes -que arrastraron tras de sí a las cómodas conducciones del sindicato mayoritario- fueron las que funcionaron como punta de lanza de los reclamos salariales de otros trabajadores. “Equivoca” los tiempos, cuando dice que fue luego de las tomas estudiantiles que el gobierno modificó los documentos presentados. La modificación fue luego de la conformación de asambleas docentes externas a los sindicatos, de los pedidos de explicaciones en persona, cuando las tomas todavía no se mencionaban en las asambleas estudiantiles. Finalmente, decir que “estadísticamente, uno de cada dos docentes” votó a este gobierno -sin quitar que hubo docentes que lo votaron- es una falacia evidente y malintencionada.
    Coincido plenamente con el análisis político, pero poner a los docentes -que llevamos la carga social de mantener a nuestras familias y cuidar a nuestros hijos y los ajenos mucho, muchísimo más allá de lo que implicaría la función educativa-, casi como cómplices de esta situación, me parece una injusticia más entre las innumerables que nos afectan.

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  4. Tomar una institución no es solución de nada ni lo será jamas. Mientras el mundo sigue avanzando aca no solo no lo hacemos sino que hasta retrocedemos.
    Estoy harto del manoseo político de siempre que toma a los chicos como rehenes. LA educación media argentina viene cayendo así mucho tiempo Y TODOS LO SABEMOS.
    Podemos disentir que una pasantía sirva o no, pero nadie puede decir que los chicos salen del secundario preparados para algo. Vengo viendo año a año como el conocimiento con el que recibo a los chicos en la facultad pública cae de manera muy significativa. Los profesores debemos dejar de dar contenidos para enseñar matemática básica y lecto-comprensión de texto básica. No vi a ningún gremio haciendo paro por esto JAMAS. Y ni hablar de como conseguirán trabajo digno con tanta deficiencia educativa. Si nos elevamos un poco más , ¿cómo pretenden estar preparados para un trabajo real? Incluso con capacitaciones concretas, la gran mayoría de los trabajos requieren algo de experiencia.
    ¿Tomando escuelas aprenden algo? Me parece que los derechos se reclaman sin perjudicar a los otros en tu reclamo, es educación básica. Partiendo de algo tan básico y sencillo que excusan con “defender tus derechos” me parece que toda esta discusión esta errada desde su nacimiento. No voy a recitar el aprendizaje cívico básico de mis derechos y el de los otros pero me parece que algunos no solo no lo entendieron sino que prefieren olvidarlo que alguna vez lo leyeron.
    Ojo, puede que este equivocado y siempre estoy dispuesto a escuchar y charlar.

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