Cuatro propuestas para jerarquizar la docencia

Publicado en Infobae el 19 de abril de 2018

En los discursos gubernamentales sobre el sistema educativo siempre se cae en el latiguillo sobre «jerarquizar la docencia». Sin embargo, pocas precisiones se dan al respecto, como si ello dependiera de los docentes, y su voluntad para actualizarse disciplinar y pedagógicamente, y no de políticas públicas concretas. Las avanzadas de algunos gobiernos jurisdiccionales sobre la formación docente —CABA, Jujuy, Mendoza, San Juan, provincia de Buenos Aires— que consisten en vaciamientos, cierres de inscripciones y destrucciones de estructuras preexistentes, son justificadas apelando a la «jerarquización de la profesión docente». La paradoja entre las medidas dispuestas y la presunta intención de mejorar de nuestro trabajo es evidente.

En la página 194 del informe 2015 de las pruebas PISA se recomienda, puntualmente: «Mayores salarios pueden ayudar a que los sistemas educativos atraigan a los mejores candidatos a la profesión de la enseñanza, y ofrece una señal de que los docentes tienen prestigio y son tratados como profesionales». No lo dice Roberto Baradel, no lo dice el kirchnerismo, ni los partidos de izquierda. Lo dice Andreas Schleicher, director de PISA. Analicemos esto.

Aumentar los salarios

No hay una carrera atractiva sin salarios atractivos. No habrá una afluencia masiva de «los mejores candidatos» a la docencia, como reclaman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Banco Mundial y repiten los funcionarios educativos de la alianza Cambiemos, si se les ofrece un salario que a duras penas cubre la canasta básica. A esto se suma una profesión que tiene una importante carga horaria por fuera del dictado estricto de clases: el lector puede averiguar entre sus docentes conocidos cuánta tarea realizan en casa entre planificaciones, correcciones y aspectos burocráticos. Aunque el Gobierno parece no saberlo, aumentar los salarios a un nivel correspondiente a tareas que requieren formación pedagógica, disciplinar y administrativa calificada y supone responsabilidad sobre menores —eso y no otra cosa es la docencia— permitiría también sentarse en la mesa de negociación sindical con mejores posibilidades de negociación. Lejos de eso, las paritarias ofrecidas en las jurisdicciones donde Cambiemos es gobierno no cubren los aumentos por inflación, lo que provocó en los últimos dos años la disminución del salario real, como señaló Axel Rivas del Cippec.

 

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¿Qué calidad educativa pretende la alianza Cambiemos con docentes que deben acumular más de un cargo, o directamente un segundo empleo, para cubrir alimento, vivienda y vestido y, la mayoría de las veces, también los de sus familias?

Mejorar la infraestructura

Es el complemento ideal al aumento de los salarios. Con los principales dirigentes del Gobierno apelando al futuro y a la obsolescencia de la escuela, ¿no se les ocurrió brindar una conexión a internet decente? ¿No se les ocurrió equipar las aulas con proyectores, con una computadora para el docente por salón? ¿No se les ocurrió digitalizar algunos de los procesos burocráticos más demandantes? ¿No se les ocurrió pintar las paredes, poner bancos que no sean material de descarte, refuncionalizar cañerías de agua y gas en los laboratorios? ¿No se les ocurrió poner ascensores para mejorar la accesibilidad, allí donde es posible? Pareciera que no.

Becar la formación docente

Los testimonios de estudiantes y egresados de las carreras de profesorado son una pintura de sacrificio extremo: realizar observaciones y prácticas en una escuela, de forma gratuita, en el turno mañana, trabajar de cualquier cosa para conseguir un ingreso básico en el turno tarde, cursar las materias teóricas del profesorado durante el turno vespertino. Este ritmo extenuante genera un fuerte desgranamiento (o sea, estudiantes que abandonan), ya que aquellas personas que necesitan un trabajo a doble turno no pueden afrontar las instancias académicas. Lejos de promover una trayectoria formativa sin distracciones, las poquísimas becas que ofrece el gobierno nacional no llegan ni al 50% de la canasta básica (varían entre 5300 y 7400 pesos, siendo 17.537 pesos la línea de pobreza en febrero de 2018). En algunas jurisdicciones aplicar a una beca es directamente una odisea kafkiana.

¿Cómo busca promover el Gobierno la inclinación de los jóvenes por la docencia cuando tienen que elegir entre estudiar o trabajar, o pueden estudiar carreras con un salario más atractivo?

Prestigiar la carrera

Ante los paros docentes, el trasfondo de los discursos que condenan nuestras medidas de fuerza tiene que ver con la dificultad logística familiar de ubicar a los chicos en otro lugar. Las apelaciones a discursos lacrimosos sobre calidad educativa se estrellan contra la cantidad de días que el propio gobierno autoriza a que no haya clases: el Día del Maestro, el Día del Estudiante y las jornadas institucionales docentes no son feriados nacionales, los chicos no tienen clases y nadie parece quejarse. Con aquella verdadera razón, material y concreta, por detrás los docentes quedamos reducidos a una especie de niñeros con título. Esa, y no otra, es la mayor demanda de la sociedad en general hacia nosotros (entre paréntesis, sería un sano ejercicio que todos los argentinos hagamos una autocrítica acerca de cuánto y para qué realmente nos interesa el sistema educativo).

Sin embargo, los docentes tenemos una formación disciplinar y pedagógica sólida. De tener las condiciones —tiempo rentado, básicamente— podríamos proponer políticas públicas de mejora de los problemas que existen actualmente. Una posibilidad sería hacer de las escuelas de capacitación docente que existen en algunas provincias un espacio para que los mismos maestros tengan un lugar, a contraturno, para conformar equipos de investigación enfocados en problemáticas educativas, y propongan líneas de acción (en este link desarrolamos la propuesta más extensamente). Eso permitiría a los docentes que encararan esa trayectoria poner en juego su conocimiento diario del aula y la escuela, para realizar una crítica del propio sistema y pensar en mejorarlo. Nadie mejor que nosotros, que entramos todos los días al aula, para proponer soluciones. Lo que no tenemos es tiempo.

 

Los gobiernos pasan, algunos son más receptivos y otros, como Cambiemos, directamente eligen desconocer nuestro papel dentro del sistema. Decisiones inconsultas que provocan problemas políticos, como la Universidad Docente de CABA, podrían evitarse si participáramos como profesionales calificados, si el Gobierno hiciera honor al diálogo que tanto enarboló.


2 respuestas a “Cuatro propuestas para jerarquizar la docencia

  1. Estimado profesor : no es tan cierto que la formación sea tan sólida. Ha pasado que si alguna cátedra no se cubre, para no entorpecer la cursada, terminan sin haberla recibido y así empiezan a trabajar. Docentes a veces con resistencia a trabajar en la diversidad, aunque los más jóvenes son más comprometidos…sin embargo, la carrera docente no parece haber acompañado la necesidad de rever ciertas prácticas.

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    1. Aída, no se puede pensar la política pública en función de «alguna cátedra no cubierta» o a «docentes con resistencia a trabajar aunque los más jóvenes son más comprometidos». La política educativa se piensa con estudios de diagnóstico generales y sólidamente fundamentados que atiendan a las distintas variables de la formación docente. Los planes vigentes están adecuados a la época y a las problemáticas actuales, que naturalmente son dinámicas y deben ser atendidas. Pero no mirando casos puntuales.

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